«Temps Mort» -Jóvenes- Capítulo 1: Guillermo, entre la prisión y la muerte

Cuando tenía 6 años, Guillermo Parra estaba acostumbrado a visitar el padre y los tíos en la prisión de Quatre Camins. Cuando tenía 13, su vida consistía en robar, drogarse, huir del centro de menores y sobrevivir en la calle. Entonces, ya se lo decía, a los amigos: «Acabaré en la cuneta o encerrado.» La acertó. Lo entrevistamos en el Centro Penitenciario de Jóvenes, un espacio donde ha encontrado la fe y la calma. Cuando salga, dice que solo quiere trabajar y estar tranquilo.

Audio/Entrevista ⇒

(Artículo de Temps Mort)

 

Los jóvenes en riesgo de exclusión social tienen más puntos para acabar en la prisión

 

Los factores de riesgo también influyen en las posibilidades de lograr la reinserción social una vez condenados

 

Guillermo Parra admite con sinceridad: «Con 13 años ya decía a mis amigos que sabía que acabaría muerto o en la prisión.» Acertó la predicción. Hace la entrevista para el podcast «Tiempo muerto» desde el Centro Penitenciario de Jóvenes de Cataluña. Su adolescencia transcurrió entre robos, drogas, abandono familiar y pobreza. Además de la normalización de la prisión como un elemento más en su vida porque familiares y amigos estaban cerrados. Todos son factores de riesgo para que un chico decida delinquir. Y si no lucha a contracorriente, también para reincidir.

Estudios como el del Centro de Estudios Jurídicos y Formación Especializada (CEJFE) concluyen que hay tres tipos de factores que facilitan la delincuencia juvenil: los trazos individuales, como la agresividad o los comportamientos antisociales; la situación familiar, como el hecho de tener padres delincuentes o convivir con conflictos en casa, y el contexto social general, como sería la inestabilidad económica o el fracaso escolar.

Parra tenía bastantes números en esta lotería. «Copiamos lo que hacen los grandes porque piensas que está bien», reflexiona. La madre lo abandonó cuando tenía 13 años y el padre estaba en la prisión. » Con 6 años había venido a Quatre Camins a verlo a él o a los tíos», recuerda Parra. Vivió hasta los 18 años en centros de menores, de los cuales se escapaba para robar, consumir drogas y malvivir en la calle.

Era un habitual en los calabozos de Badalona, hasta que conoció alguien que le pidió que abandonara este camino. Desde que le prometió a la pareja que dejaría de robar, asegura que no lo ha vuelto a hacer. Cuando todo estaba en calma, llamó a la policía porque tenía una última causa pendiente. Está condenado a tres años y nueve meses de prisión por unos hechos cometidos cuando ya era mayor de edad.

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Los factores de protección

Cualquier persona se puede encontrar en circunstancias que la lleven a cometer un delito, pero hay que están más protegidas ante los factores de riesgo. Cuando un joven tiene una familia estructurada, no sufre para llegar a final de mes, disfruta de bienestar emocional y vive en un entorno estable, le es más fácil alejarse de la delincuencia. Según Justicia, algunos de estos también son factores que promueven la reinserción entre aquellos que ya están condenados.

«Estar interno me ha servido para arreglar la relación con el padre«, explica Parra. La persona con quien más se ha peleado es ahora quien mejor lo comprende y quien lo visita cada fin de semana. «Aquí he abierto los ojos para ver que no era tan malo como pensaba y que si discutíamos era por mi bien.» La familia y la pareja pueden generar estabilidad a las personas privadas de libertad. La esperanza de verlos es un incentivo para continuar adelante en los peores momentos, siempre que la relación con ellos sea buena.

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Desistir en el delito

Nadie sabe qué pasará cuando Parra salga de la prisión, pero él afirma que dejará de robar, buscará un trabajo y vivirá tranquilo. Justicia calcula que ocho de cada diez personas encarceladas en Cataluña no vuelven a delinquir una vez están en libertad. La tasa de reincidencia ha bajado hasta nueve puntos en los últimos seis años. El medio abierto, es decir, las medidas que permiten una reincorporación progresiva y acompañada a la libertad, se ha demostrado como una buena herramienta para lograr una reinserción exitosa.

Parra pertenece a un colectivo que lo tiene un poco más difícil para no repetir errores. Los jóvenes entre 18 y 30 años tienen una tasa de reincidencia más alta que el resto de las franjas de edad. Además, ha cometido un delito de robo, la tipología que acumula más reincidencia. Aun así, se muestra positivo. Trabaja desde la prisión por no recaer en malas prácticas. Ahora falta que los factores externos, como la sociedad, también se preparen para acogerlo.

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