El Coronavirus agrava las grandes desigualdades de Guatemala
Guatemala cumplió este domingo 100 días desde que las autoridades contabilizaran el primer caso positivo de COVID-19 en el país, el pasado 13 de marzo, y, desde entonces, ha registrado 531 fallecimientos y un total de 13.145 casos positivos, tras la última actualización de datos.
Actualmente, la tasa de pacientes confirmados de coronavirus es de 73,89 por cada cien mil habitantes, así pues tiene una alta tasa de confirmados de coronavirus si la comparamos con la del resto de los países. En este momento hay 514 personas fallecidas por coronavirus, en la última jornada 31 personas han muerto, una cifra menor que el día anterior En Guatemala en 2018 fallecieron de media al día 224 personas, cifra que este año podría verse incrementada por la cifra de muertes por coronavirus. Si estás interesado, puedes consultar las cifras de la mortalidad de Guatemala. La tasa de letalidad (fallecidos respecto a confirmados) es del 4,03%
Grandes desigualdades
La pandemia hace aún más evidentes la desigualdad y la exclusión en el país Centroamericano. Es difícil imaginarse cómo conciben lo que está sucediendo los expertos en cooperación internacional: si desde la frialdad de los datos estadísticos o desde las realidades humanas más punzantes para la conciencia individual y social. Porque no solo estamos hablando de población vulnerable ante una enfermedad que no distingue clase social, etnia y posición económica, sino de colectivos castigados desde mucho antes por el hambre y la exclusión; estamos hablando de aquellos que son invisibles para los grandes organismos financieros y, tristemente, para los gobiernos de turno de sus mismos países de origen.
En el caso de Guatemala, no hay que perder de vista que es el segundo país más pobre de Latinoamérica, con índices escandalosos que se disparan en todas direcciones. Ocupa el puesto 146 de 180 países en el índice de corrupción; junto a Honduras y Haití es el país con menor grado de urbanización en América Latina, lo cual explica que el desarrollo humano integral viaje tan despacio para llegar a las comunidades más olvidadas en las que la desnutrición crónica —según informa Unicef— castiga a uno de cada dos niños, lo que le ubica a la cabeza de esta vergonzosa lista en el continente y en el sexto lugar a nivel mundial. Además, las enfermedades respiratorias y diarreicas son dos de las principales causas de mortalidad infantil, que en el país asciende a 29 menores de cinco años fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos (último dato disponible, 2018).
Quizás, en medio de la tormenta, la solidaridad pueda rescatar la vida de muchos y hacernos más humanos pese a lo fuerte y prolongada que será nuestra crisis.
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