Fundación Obra Mercedaria lidera la salida programada con seis internas de Wad-Ras para que asistan a la misa mayor de Barcelona
En la mañana del 24 de septiembre, cuando Barcelona se viste de fiesta para honrar a su patrona, la Virgen de la Merced, un grupo de mujeres del centro penitenciario de Wad-Ras tuvieron el privilegio de participar por primera vez en la eucaristía mayor
En el día de la festividad de Nuestra Madre, la Virgen de la Merced, hemos tenido el privilegio de vivir un momento significativo e inédito. Por primera vez en la historia realizamos una salida programada con seis internas del centro penitenciario de mujeres de Wad-Ras para asistir a la solemne misa mayor celebrada en Barcelona en honor a su patrona. Este acontecimiento, cargado de simbolismo y esperanza, y enmarcado en un esfuerzo por fomentar la reinserción social, representa no solo un acto de fe y devoción hacia la Virgen, patrona de la ciudad y de los cautivos, sino también una oportunidad de reconciliación y apertura para aquellas que, desde la reclusión, buscan un camino hacia la reintegración y la renovación personal.
El día comenzó temprano para las internas seleccionadas, que iban nerviosas de una habitación a otra esperando que llegara la hora, como cuenta Laura, una de las protagonistas. Para todas ellas no era una simple salida programada, sino que esta tenía un propósito muy especial: participar en una celebración religiosa que simboliza la misericordia, la compasión y el perdón, valores encarnados por la Virgen de la Merced.
A las nueve menos cuarto, la furgoneta de la Fundación Obra Mercedaria ya estaba esperándolas a la puerta del centro penitenciario de Wad-Ras. La atmósfera en el vehículo era de mezcla entre nervios y entusiasmo. Para todas ellas era la primera vez que asistían a un acto tan importante y especial, a pesar de que ya habían realizado otro tipo de salidas programadas.
A su llegada a las inmediaciones de la Basílica de la Merced, fueron recibidas con un pequeño desayuno, un gesto que ayudó a romper el hielo y crear un ambiente acogedor antes de la misa. Allí mismo tuvieron la ocasión de compartir unas palabras con el consejero de Justicia, Ramon Espadaler, que las saludaba instantes antes de emprender el camino hacia la Basílica.
Llegadas a la plaza que da acceso a la Basílica, les esperaba una de las primeras sorpresas de la jornada: el reencuentro con Soledad Prieto, hasta hace poco directora de Wad-Ras. El encuentro fue muy emotivo; las internas no ocultaron su alegría al verla, ya que muchas de ellas habían compartido muchas horas con Sole. Todas ellas se fundieron en un abrazo sincero y lleno de afecto.
Al entrar a la Basílica pudieron saludar al Padre Fermín Delgado, rector de la Basílica, que se encontraba a las puertas de esta. Dentro les esperaba un espacio preferente, en las primeras filas de uno de los laterales, que la Basílica había reservado para la Fundación, compartiendo así protagonismo con autoridades civiles como el presidente de la Generalitat de Catalunya, Salvador Illa o el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni.
Un espacio para poder dar visibilidad a las personas privadas de libertad y poner de manifiesto el carisma de liberación y dignificación humana de la orden mercedaria. Estuvieron presentes acompañándolas también algunos trabajadores, voluntarios y usuarios de nuestros hogares que no quisieron perderse la ocasión de poder asistir a esta celebración.
Inmediatamente llegó la otra sorpresa que les esperaba: tener el privilegio de entrar en la sacristía de la Basílica y poder conocer personalmente al cardenal Juan José Omella, quien las recibió con cercanía y palabras de aliento. Un momento muy especial que concluyó con una foto de grupo para inmortalizar este día histórico.
Uno de los puntos culminante de la jornada llegó durante la celebración de la misa mayor, cuando una de las internas tuvo el honor de participar de la liturgia leyendo una de las lecturas; un momento que no solo fue significativo para ella, en que no pudo disimular la emoción que se palpaba en su voz, sino también para todas las presentes.
Otro de los momentos más significativos fue cuando los «Gegants de la Ciutat» realizaron su tradicional baile dentro de la Basílica. Las internas, al igual que el resto de los asistentes, quedaron fascinadas por esta colorida y simbólica tradición que une la fe y la cultura popular de Barcelona.
Al finalizar la misa, todas ellas tuvieron la oportunidad de subir al camarín para visitar a la Virgen de la Merced. Frente a la Princesa de Barcelona, cada una de las reclusas aprovechó unos momentos para rezar en silencio e intimidad.
Al salir de la Basílica, las internas irradiaban felicidad y sus rostros brillaban con una gran sonrisa sabedoras de haber tenido la oportunidad de participar de una celebración única. Una celebración que para la mayoría de los presentes es una simple tradición anual, pero que para ellas significó un respiro a la dura realidad que viven en prisión. Y es que como dice Núria Ortín, la directora de la Fundación: «Para todas ellas, un segundo de libertad es un regalo».
Esta salida programada ha dejado huella en las seis internas, quienes regresaron a Wad-Ras con un renovado sentido de esperanza y gratitud. El día no solo supuso una tregua y un alivio respecto a su rutina habitual, sino también una demostración de que, a pesar de las circunstancias, siempre hay espacio para la fe, la reintegración y la posibilidad de sentirse parte de la comunidad, pese a sus errores pasados.
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