Presentación del libro «Condenas compartidas», de Núria Ortín, en el peródico El Punt Avui
Interesante entrevista a Núria Ortín, directora de la Fundación Obra Mercedaria y autora del libro, donde recalca la vocación y carisma de los religiosos mercedarios
[Artículo/Entrevista extraído íntegramente de El Punt Avui -Mireia Rourera-. Foto central de portada de Oriol Duran]
Nuria Ortín es la directora de la Fundación Obra Mercedaria, que abraza toda la parte social de los mercedarios, una orden religiosa que fundó san Pedro Nolasco en Barcelona hace más de 800 años para, partiendo de la base que todo el mundo tiene que ser libre y digno, rescatar los cristianos hechos prisioneros por los musulmanes. «Desde su creación, la Obra Mercedaria trabajó por la libertad de las personas y quería rescatar los presos cristianos y eliminar la esclavitud. Lo que hacían, en caso de no haber pacto económico con los capturadores, era dar su vida», explica Núria. Los mercedarios son la única orden religiosa que además de los tres votos –pobreza, castidad y obediencia– tienen un cuarto voto, el de sangre, que quiere decir que en caso extremo tienen que dar su vida a cambio de la de una persona que esté privada de libertad.
Hoy ya no hay cristianos para rescatar de los musulmanes.
No, y ahora los mercedarios lo que hacen básicamente es entrar en las prisiones para apoyar a los presos, muchos de los cuales, por cierto, son musulmanes. También tenemos pisos –de esto nos hacemos más cargo los profesionales a través de la Fundación– donde acogemos las personas cuando salen de la prisión para que tengan un lugar donde poder prepararse para su reinserción en la vida, que no es nada fácil. Nosotros decimos que estamos trabajando con todas las cautividades y todas las esclavitudes del siglo XXI.
Ha escrito «Condenas compartidas. Vidas de entrega, lucha y superación en un mundo hostil e invisible» (Editorial Claret).
Es el diálogo que he tenido con 33 mercedarios e internos de varias prisiones del mundo. Hemos hablado de su vida, de cosas personales. Los mercedarios me han explicado por qué hacen lo que hacen y a los presos los dejé hablar de su vida, de sus inquietudes… Si me querían explicar una cosa, adelante, y si no me lo querían explicar, pues nada.
Sorprende que a los internos no los preguntes por qué están condenados. Uno de sus entrevistados, con una pena de muchos años, le dice que ni recuerda qué hizo…
En el caso de este chico que dices, debía de hacer una de gorda… Creo que o mató o violó. Por mí es diferente estar condenado por un acto consciente que por un acto no intencionado, o por un acto muy grave que por un acto no tan grave, y este debate es el que planteo a los mercedarios. Los pregunto: es el mismo una persona que ha matado voluntariamente que otra que ha matado por un accidente involuntario?, se tiene que tratar igual un asesino que un preso que ha mercadeado con drogas? Y los mercedarios me dicen que sí.
¿Cómo es?
Los mercedarios dicen que a ellos les es igual qué ha llevado una persona a la prisión, porque empiezan de cero. Cuando una persona entra en la prisión, para un mercedario no existe lo que ha pasado antes, empieza el camino a partir de aquel momento. Los mercedarios creen que una vez en la prisión una persona puede cambiar su camino y rectificar su mal y, quizás, incluso, repararlo. Su propósito es ayudar las personas que están privadas de libertad hayan hecho lo que hayan hecho. Les es igual.
¿Por qué?
Entienden que todo el mundo tiene un pasado y unas circunstancias y que nos tendríamos que poner en la piel de cada persona. Y te digo una cosa: en las prisiones hay mucha enfermedad mental. Hay mucha esquizofrenia, muchas depresiones, muchos psicópatas; este es un tema que hay que tener en cuenta y que se tendría que tratar aparte, no todo el mundo puede entrar en el mismo saco. Los religiosos, cuando van a las prisiones, tratan cada persona como lo que es: un individuo, con nombre y apellidos. Entonces pasa que a un preso, a quien se lo trata como un número, de golpe va una persona y le habla con su nombre. Es otra mirada.
¿Y cómo es la relación entre preso y religioso?
El religioso está junto al preso sin importarle las consecuencias y esto es una cosa que muchos presos no entienden, porque piensan: «Este padre, ¿qué quiere en realidad?» Primero desconfían mucho e incluso los violenta y lo rechazan. Muchas veces utilizan la ayuda que se les brinda para un beneficio material: le piden al religioso que vaya a buscarles tabaco, que les haga de mensajero con la familia, le pidan que haga encargos… Pero cuando al cabo de un tiempo –a veces los procesos duran años– se dan cuenta que estos religiosos los han ayudado porque sí, sin esperar nada y sin juzgarlos, es cuando muchos reaccionan. A veces esto hace que los presos empiecen a cambiar y, de golpe, hay un agradecimiento muy grande.
¿Los más vulnerables son los extranjeros?
A los extranjeros nadie los visita y la soledad es inmensa. Este es uno de los problemas más graves, por eso cuando alguien, ni que sea un religioso a quien en un principio no querrían ni ver, los va a visitar, se está con ellos y los escucha, esto los sostiene, porque son gente sin ningún tipo de red.
¿Y cuando salen de la prisión?
Nosotros tenemos los pisos de acogida, para definitivos, que ya no tienen que volver a la prisión, y para presos que han salir de la prisión de permiso. Sin nuestros pisos un preso de permiso que no tiene residencia no podría salir, porque solo los dejan abandonar unas horas o unos días la prisión si tienen una dirección. En estos pisos empiezan a tomar conciencia de que es volver a la sociedad. Vienen personas en muchas situaciones diferentes, que no tienen dinero, algunos ni papeles, ni familia, ni casa…, y nosotros los ayudamos a salir adelante, a volver a empezar.
Un libro de entrevistas personales
En «Condenas compartidas», Nuria Ortín entrevista mercedarios e internos acompañados por estos religiosos en los centros penitenciarios donde cumplen condena. Ha hecho un retrato íntimo de cómo es vivir en la prisión en diferentes partes del planeta y de cómo viven su vocación los religiosos que apoyan a los presos y como lo ven estos presos. El libro cuestiona el funcionamiento de las prisiones en diferentes partes del mundo y alerta de la lejanía y la indiferencia con que se lo mira la sociedad.