Silvia Serra: «La intervención de los mercedarios en nuestra cárcel es imprescindible y totalmente necesaria»
El acompañamiento del recluso durante su estancia en la cárcel es una de las funciones más arduas y a la vez gratificantes a nivel personal que los mercedarios llevamos a cabo. Historias duras, a veces injustas, de muchas personas que ven sus vidas frenadas y paralizadas sin tener el apoyo de nadie. Lo pudimos comprobar en primera persona en el Centro Penitenciario de Mujeres de Wad-Ras de Barcelona, que abrió sus puertas a la Fundación para descubrir su interior, para conocer el funcionamiento de un centro reconocido por su buena labor con las reclusas.
La visita fue a cargo del mercedario Jesús Roy, el capellán del centro que lleva ya 20 años acompañando y dando soporte a las mujeres y chicas de esta cárcel del barrio del Poblenou. “Dentro de nuestro ministerio, nuestra acción pastoral, los mercedarios damos mucha importancia al acompañamiento, el estar cerca de la persona que está en prisión. Queremos hacerle sentir que tiene a alguien cerca en el que confiar, al que puede contarle su vida, que sabe que le va a guardar esa confidencialidad que necesita”, apunta Jesús Roy. Esa relación de confianza que se crea entre el mercedario y las reclusas es valorada de forma muy positiva por los dirigentes de Wad-Ras, concretamente por Silvia Serra, directora del centro.
«Su intervención es imprescindible, totalmente necesaria», apunta. Además la directora nos remarca el gran trato de la prisión con la Orden y el aprecio personal con el padre Jesús. «La relación con los mercedarios es fantástica, ya viene de tiempo atrás y la verdad es que es inmejorable. El padre Jesús para nosotros es un elemento absolutamente clave en el centro. Tanto por la coordinación que tenemos, como por el apoyo que nos da. Además nos ayuda a hacer cosas que nosotros como organización no podemos realizar. A veces no hace falta ni que nos hablemos, con la mirada nos entendemos».
Silvia Serra, es psicóloga y lleva una larga trayectoria en centros penitenciarios. «Mi paso por instituciones penitenciarias comienza hace 26 años. He pasado por muchos centros, como el Centro Penitenciario Brians 1. Hace 8 años que llegué a Wad-Ras. Había tenido experiencias puntuales con la población femenina porque en Brians 1 hay unidades de mujeres, pero aquí es donde he hecho una inmersión real con la intervención con todas las peculiaridades que tiene las condiciones de género de la mayor parte de la población».
Silvia Serra apunta que el género es importante y condiciona a la hora de tomar decisiones sobre intervenciones, ya que cada uno requiere de unas características concretas. «Está claro que las mujeres que están en prisión necesitan un tratamiento y una intervención diferente a la masculina. La tipología delictiva ya es diferente, como se llega al delito y como ellas afrontan todos los cambios es distinto. Yo diría que trabajar con población femenina siempre tiene unas características que debemos tener en cuenta».
El centro de Wad-Ras tiene 550 plazas, entre régimen abierto y régimen ordinario. En régimen abierto tiene población masculina, y en régimen ordinario da cabida a 160 mujeres entre internas que están preventivas, pendientes de juicio o que ya están cumpliendo condena. La cárcel funciona desde el año 1983 y trabajan 173 personas. Es la única prisión de Cataluña que dispone de una Unidad de Madres, donde las internas conviven con sus hijos hasta los tres años. La prisión también dispone de otras dependencias, como la zona de actividades, la biblioteca y los habitaciones de la Unidad de Preventivas, el patio, el espacio de comunicaciones y talleres, la enfermería, la cocina y la sección abierta, que está especializada en la atención a personas toxicómanas y condenadas por delitos de violencia de género y de violencia sin agresión sexual.
“En todas esas mujeres no vemos el delito que han cometido, no nos fijamos en lo que han hecho en un pasado, sino que visualizamos a una persona que necesita ayuda, que necesita cercanía, que necesita cariño y eso es lo que intentamos hacer los mercedarios cuando vamos a la prisión», señala el capellán de Wad-Ras. Al final tanto si son hombres como mujeres, todos necesitamos lo mismo: que se nos escuche. “No juzgamos, no etiquetamos. Queremos descubrir en esa persona el rostro de Jesucristo y que ella se sienta querida y valorada», concluye Jesús Roy.